Mindfulness neurociencia y resiliencia

Mindfulness, neurociencia y resiliencia. Mejorar la resiliencia y medirla con NeuroQuotient®.

Conectamos mindfulness, neurociencia y resiliencia. Y meditación, neurociencia y resiliencia. La práctica del mindfulness tiene efectos positivos en el cerebro. Uno de ellos es que la resiliencia mejora practicando mindfulness y meditación. Introducimos los índices de resiliencia de NeuroQuotient®. Para explicarlo nos es de gran ayuda el libro Rasgos Alterados. La ciencia revela cómo la meditación transforma la mente, el cerebro y el cuerpo. D. Goleman R. Davidson..

Introducción.

NeuroQuotient® es un modelo y herramienta que nos ayuda a entender la neurociencia de la conducta. En este caso nos será útil para ver la relación entre mindfulness, neurociencia y resiliencia (y meditación, neurociencia y resiliencia). Concretamente para ver el efecto que la práctica del mindfulness tiene en el cerebro y cómo favorece la resiliencia.

Detrás de nuestra conducta hay unos patrones que están sustentados en estructuras cerebrales (centros y conexiones neuronales). En otro post explicamos cómo se crean y refuerzan estos patrones a través del principio de Donald Hebb.

Cuando los patrones son muy marcados pueden convertirse en ‘rasgos’ de conducta, (incluso de personalidad) muy característicos de una persona.

Daniel Goleman y Richard J. Davidson en su libro: Rasgos Alterados. La ciencia revela cómo la meditación transforma la mente, el cerebro y el cuerpo. D. Goleman R. Davidson.. – Altered Traits. Science Reveals how Meditation Changes your Mind, Brain and Body’, nos dicen que la práctica de la meditación nos ayudar a modificar algunos de estos ‘rasgos’.

Desde NeuroQuotient®, creemos que, efectivamente, la práctica del mindfulness y la meditación nos ayuda a modificar patrones cerebrales. Además, estamos convencidos, que los principales ‘rasgos’ que se modifican aportan una mejora de la resiliencia. NeuroQuotient® nos permite medir el progreso en estos rasgos a través, como veremos, de los índices de resiliencia.

Conectaremos, pues, mindfulness, neurociencia y resiliencia, a través de NeuroQuotient® y sus índices de resiliencia. Las ideas del libro de Goleman y Davidson nos serán útiles para confirmar cómo es esta conexión entre mindfulness, neurociencia y resiliencia.

Empecemos por describir, brevemente, a que nos referimos con algunos conceptos como resiliencia, meditación, mindfulness y neurociencia. Y un poco más sobre NeuroQuotient®.

Resiliencia

Resiliencia en el trabajo significa: tolerancia a la presión, resistencia a la fatiga, capacidad de concentración, etc. Tiene que ver más con la propia persona que con los acontecimientos e inputs del entorno.

La resiliencia se refiere, en general, a la capacidad de los seres humanos para adaptarse con éxito a situaciones adversas. Pero, a nivel del día a día en el trabajo no hace falta que busquemos grandes adversidades. Podemos quedarnos con conceptos como ‘tolerancia a la presión’, ‘resistencia a la fatiga’, ‘capacidad de mantener la concentración y el foco’, etc. Por otra parte, una alta resiliencia se corresponde con un buen nivel de autoliderazgo, de gestión de uno mismo.

En todos estos casos, es la propia persona, más que las señales y estresores del entorno, la que tiene una mayor influencia. Se trata de cómo percibe, reacciona y se siente en las diferentes situaciones.

Meditación, mindfulness y neurociencia

Con meditación nos referimos a la milenaria tradición oriental. Con  Mindfulness (consciencia plena del momento presente) a la adaptación práctica al mundo occidental, y con su aplicación al día a día y en el trabajo.

A partir de ahora, aunque Goleman y Davidson se refieren más a la meditación, nosotros nos quedaremos con mindfulness y neurociencia. Sobre todo, por la vocación práctica que tiene el mindfulness. En el acelerado y exigente mundo actual pocas personas disponen de tiempo para una práctica profunda de la meditación. Sin embargo, sí que es accesible incorporar ejercicios informales de mindfulness en el día a día que se traducen en la mejora de la resiliencia.

Hasta ahora hemos hablado de mindfulness y neurociencia, y meditación y neurociencia, indistintamente. A partir de aquí, nos quedaremos con mindfulness, neurociencia y resiliencia.

Un poco más sobre NeuroQuotient®

Cómo hemos dicho, en NeuroQuotient® tratamos sobre la conducta y los patrones cerebrales en que se sustenta. Los llamamos neuro conductas o neuro comportamientos.

Con NeuroQuotient®, contestando un cuestionario, tenemos una instantánea de una época de la vida de la persona (estado actual) en cuanto a sus neuro conductas más frecuentes. Diferenciamos entre neuro conductas eficaces (en color en el gráfico) y limitadoras (en gris). Las eficaces aportan satisfacción a la persona. Las limitadoras no aportan buen resultado emocional.

Cuando más altas son las eficacias y menores las limitaciones, mayor es el nivel de autoliderazgo. El nivel de autoliderazgo lo medimos con el índice NQ.

El índice NQ correlaciona muy bien con la escala Self-Directedness del modelo TCI-R del Dr. Robert Cloninger.

En la Fig1, con un ejemplo real, vemos que las personas quieren aumentar las eficacias y reducir limitaciones para aumentar su satisfacción, al mismo tiempo que su autoliderazgo.

Fig 1. Queremos intensificar los patrones, neuro conductas, de eficacia y debilitar los limitadores. Porque los primeros nos aportan satisfacción.

Con los procesos de mindfulness, se modifican los neuro conductas y mejora la satisfacción y resiliencia de las personas. La conexión entre mindfulness, neurociencia y resiliencia es efectiva.

Desde un principio observamos que los esfuerzos de desarrollo valían la pena. Las personas más evolucionadas, con un mejor autoliderazgo nos decían: ‘Hace tiempo (uno, dos, tres, años) no habría contestado del mismo modo; mis limitaciones habrían sido mucho más altas’.

Y esta respuesta era independiente del método de desarrollo utilizado. Desde la simple toma de conciencia, o coaching, o psicoterapia, o meditación, etc.  Meditación y mindfulness era uno de los caminos. Creemos que el más eficaz.

En definitiva, con el proceso de desarrollo, se había producido un cambio en las neuro conductas, en los patrones cerebrales, de la persona.

Y, claro, cuando estos nuevos patrones de conducta persisten más allá de los antiguos que limitaban la satisfacción de la persona, podemos hablar de rasgos modificados, como resultado del proceso de desarrollo.

Los índices de resiliencia de NeuroQuotient®

Las dimensiones de resiliencia en NeuroQuotient® son el reverso de las limitaciones. Baja limitación significa una alta dimensión de resiliencia. 

¿Y cómo conectamos NeuroQuotient con la resiliencia?

De un modo muy sencillo. Cuando las limitaciones en NeuroQuotient® son bajas, mejor es la capacidad de respuesta a las situaciones adversas o percibidas como tales. También, ¡muy importante! Mayor es la capacidad de no amplificar estas señales adversas del entorno.  Es decir, con limitaciones bajas, mayor es la resiliencia.

De ahí que el reverso de las limitaciones son las dimensiones de resiliencia. Las nombramos de este modo:

rA1 – gestión de la atención y de la impulsividad.

rA2 – gestión de la externalización del estrés (y de la empatía).

rI1 – gestión del estrés.

rI2 – gestión del pensamiento sobre uno mismo (y autoestima).

En la Fig 2 están los gráficos para dos casos reales con distinto nivel de resiliencia según NeuroQuotient®.

Vamos a describir estos índices de resiliencia. A mismo tiempo haremos referencia a algunos de los Altered Traits, rasgos modificados, resultado de la práctica de la meditación y mindfulness, tal como nos cuentan Goleman y Davidson. De este modo, podremos conectar mindfulness, neurociencia y resiliencia.

Fig 2. Valores de las dimensiones de resiliencia según NeuroQuotient® para dos casos reales. Izquierda. Resiliencia mejorable (estado actual Fig1). Derecha. Elevado nivel de resiliencia. El 3 se corresponde con la media. De 0 a 6, -/+ 3 desviaciones estándar

rA1 – Gestión de la atención y de la impulsividad.

Rasgos modificados, relacionados con mejora de la atención y con la dimensión de resiliencia rA1.

Algunos de los rasgos modificados, según Goleman y Davidson, se refieren a una mejor atención, a un mayor foco, a disminuir la tendencia de la mente a vagar, a controlar la respuesta a las señales de distracción externas (blinks), a la potenciación de la memoria de trabajo, etc.

Es decir, están relacionados con la dimensión de resiliencia rA1. Aunque en rA1 incluimos, además, otras neuro conductas. Patrones cerebrales que tienen que ver con la baja impulsividad, el no dejarse llevar por la ilusión del momento y/o por la búsqueda de la recompensa inmediata. También, el no crearse expectativas poco realistas.

En general se trata de una óptima gestión del sistema de recompensa en sus vías prefrontal (atención, concentración) y límbica (motivación). Creemos que la práctica del mindfulness es positiva para ambas vertientes. Un elemento clave en la relación mindfulness, neurociencia y resiliencia.

Al tratar sobre la atención, Goleman y Davidson, hablan de la multitarea. Para ellos el cerebro multitarea no existe, sino que va conectando, y desconectando rápidamente de una tarea a otra. Con esta premisa, es obvio que las personas con tendencia a la multitarea se distraigan más fácilmente.

La atención es fundamental en todas las funciones de la corteza prefrontal, por esta razón, el mindfulness mejora, también, la memoria de trabajo.

rI1- gestión del estrés interno y rA2 – gestión de la externalización del estrés (mayor empatía y no expulsión del estrés hacia los demás con ira y agresividad).

Rasgos modificados relacionados con menor activación de la amígdala (sistema de amenazas, miedo) y del estrés. También con la capacidad de gestionar el miedo y la amígdala con la CPF (corteza prefrontal). Dimensiones de resiliencia rI1 y rI2.

Otros rasgos modificados, según Goleman y Davidson tienen que ver con una menor reactividad de la amígdala al estrés y una mayor capacidad de gestionarla desde la CPF (corteza prefrontal).

De ahí vamos a parar a los índices rA2 e rI1. Detrás de ellos está, en efecto, el sistema de las amenazas o del miedo, con la amígdala como centro cerebral fundamental. Cuando la amígdala de un animal se activa en respuesta a las amenazas del entorno se pone en marcha, a continuación, el estrés (adrenalina) en la versión ‘lucha’ o ‘huida’.

Pero, los humanos, estas señales las podemos amplificar. Incluso, podemos imaginarlas sólo con nuestro pensamiento. Pero, también, las podemos frenar con la misma CPF (corteza prefrontal). Vimos al tratar del estrés la conexión prefrontal con las células intercaladas de GABA que calman la amígdala.

Si somos capaces de gestionar nuestro estrés interno, y no aumentarlo al preocuparnos, el índice de resiliencia rI1 será alto.

Si gestionamos la externalización del estrés, frenando nuestra la ira y agresividad, el índice de resiliencia rA2, también será alto.

Además, respecto a rA2, hay otro rasgo modificado. Desde la meditación y el mindfulness, se produce una mejor conectividad del circuito de la empatía.

Estamos más preparados para sentir el efecto sobre los demás cuando expulsamos hacia ellos nuestro estrés. Además, en este caso es la oxitocina la que calma la amígdala actuando sobre las neuronas intercaladas de GABA.

rI2 – gestión del pensamiento sobre uno mismo (y de la autoestima).

Con la meditación y mindfulness también se hace menos activo el default network relacionado con la rumiación y la depresión y la tendencia a pensar en negativo sobre uno mismo. Se incrementa la dimensión de resiliencia rI2.

Finalmente, y muy importante, queda la dimensión rI2.

Cuando es baja, incluye una alta tendencia a la ‘rumiación’. A quedarnos bloqueados dando vueltas a pensamientos negativos sobre uno mismo y a auto culpabilizarnos. Esta neuro conducta puede ser un síntoma de la depresión mayor. En un estado depresivo hay ausencia de motivación, la energía es muy baja y la autoestima está muy afectada. La resiliencia es nula. El dimensión rI2 alta significa todo lo contrario: motivación, energía y autoestima.

Está bien descrito que en la rumiación está implicado el circuito cerebral del ‘default network’

Pues bien, Goleman y Davidson, nos cuentan que con la meditación se refuerza la conexión prefrontal dorsolateral que inhibe el default network. Otra relación clave entre mindfulness, neurociencia y resiliencia.

¡Persistir!

Con la meditación aparecen pronto los rasgos modificados, pero es necesario persistir en la práctica para que se consoliden y perduren. Con NeuroQuotient® medimos el progreso.

Para finalizar, tener en cuenta que, como dicen Goleman y Davidson, los rasgos modificados surgen con poca necesidad de práctica, pero hace falta persistir en ella para que perduren.

Y es que hace falta que se consoliden las nuevas estructuras neuronales para que prevalezcan sobre las anteriores. Esto nos dice el principio de Hebb que citábamos al inicio. Sencillo, pero muy importante para entender la conexión entre mindfulness, neurociencia y resiliencia.

Es necesario persistir. Si abandonamos, los patrones anteriores reaparecerán cómo más fuertes que los nuevos creados y reforzados con la práctica del mindfulness.

Con NeuroQuotient® podemos hacer seguimiento para medir el progreso en los índices de resiliencia.