Seguimos reflexionando sobre que tipo de modelos y herramientas que nos pueden ayudar más para acompañar a los clientes de coaching. Los centrados en conductas y hábitos o los de personalidad?
¿Conductas y hábitos o desde la personalidad? ¿Cómo es más indicado abordar los procesos de mejora?
Continuamos, pues, con la pregunta del anterior post.
Para ello tendremos primero que valorar cómo personalidad y conductas y hábitos influyen en la mejora y el desarrollo.
Empecemos con una pregunta:
¿Qué perseguimos con el desarrollo? La mejora de resultados, ¿verdad?
Al hablar de resultados nos referimos a cómo uno se siente en cada una de las situaciones de la vida. De algún modo, lo que aporta cada vivencia a la satisfacción (o insatisfacción) personal.
Una vez preguntamos a un directivo de una empresa de qué dependían sus resultados (francamente mejorables). Contestó: ‘de lo que haga mi equipo’.
Mientras uno no es consciente que para mejorar sus resultados (en un tipo de situaciones) tiene que conducirse de un modo diferente (en este tipo de situaciones), no tiene sentido que espere ningún cambio (Fig 1.)El directivo citado, podía empezar por plantearse, por ejemplo, un modo más positivo de influir en su equipo. Es obvio, pues, que los resultados los podemos mejorar desde la conducta (lo que hacemos).
Pero la conducta humana está sustentada en hábitos. Normalmente estas conductas y hábitos encajan dentro de un ‘rasgo de personalidad’.
Luego decimos, por ejemplo: ‘esta persona es prudente’. Porque pone de manifiesto rasgos de prudencia: reflexiona, planifica, estudia, trabaja con meticulosidad, etc.
Es inadecuado, incluso ‘peligroso’, ligar la mejora de resultados y de la satisfacción con la personalidad
Puesto que habitualmente empleamos las herramientas como punto de partida para la mejora de resultados, el proceso hacia el resultado, sería:
Personalidad –> Conductas y Hábitos (rasgos de personalidad) –> Resultado
Cuanto más liguemos la mejora del resultado con la personalidad, a través del modelo empleado, mayor es el riesgo de qué si alguien no está satisfecho con sus resultados se plantee cambiar de personalidad. Puede llegar a pensar que su personalidad no es correcta. Incluso que no son correctas las de los demás (si tiene poca consciencia de sí mismo).
Imagina que a una persona la herramienta la clasifica como introvertida y que para su puesto de trabajo es necesario un perfil extravertido. ¿Qué va a pensar la persona; qué tiene que darse la vuelta como un calcetín?
La gran mayoría de las herramientas citadas en el artículo anterior (DISC, Insights Discovery, MBTI) están basadas en modelos de personalidad. NeuroQuotient®, no.
Conductas y hábitos y los procesos cerebrales que hay detrás de los mismos y cómo influyen en los resultados.
Hemos creado una herramienta basada en neuroconductas.
NeuroQuotient® no es una herramienta de personalidad (ni de tipos ni de rasgos). No nos preguntamos como ‘somos’, sino como ‘hacemos’ desde nuestro cerebro. No nos movemos del binomio conductas y hábitos, pero desde un punto de vista más esencial: los neurocomportamientos o neuroconductas . Los procesos cerebrales. Entendiendo que pasa en nuestro cerebro cuando nos conducimos de un modo determinado, es más sencillo encontrar modos alternativos para mejorar los resultados. Sin necesidad de cambiar la personalidad.
Cambiar de personalidad es prácticamente imposible. Es mucho más asequible ajustar las conductas y hábitos para mejorar los resultados (Fig. 2).
Para dejar más clara la diferencia entre las herramientas de personalidad y NeuroQuotient® en el siguiente post tomaremos como ejemplo la ‘prudencia’.
Para ir abriendo camino, nos planteamos un par de preguntas previas:
¿Qué puntos fuertes aporta la prudencia?
¿Qué oportunidades de mejora puede tener?