Las noticias, algunas veces dramáticas, como la que vremos sobre el acoso escolar, son una fuente de inspiración para poder comentar y entender la conducta humana desde la neurociencia.
El modelo y la herramienta NeuroQuotient de coaching para desarrollo del liderazgo lo hacen posible. En esta ocasión veremos cómo nos ayuda a imaginar actuaciones, alrededor de la inteligencia emocional y la empatía, para mejorar un entorno de acoso escolar. La neurociencia es de gran ayuda en las dos primeras etapas del desarrollo de la inteligencia Emocional (consciencia y gestión de uno mismo).
En este caso vamos a ver un artículo publicado en la web de la cadena ser : «O soy invisible o no puedo vivir en paz»
«Un informe del Defensor del Pueblo Andaluz recoge testimonios espeluznantes de menores que son víctimas de acoso escolar en los colegios andaluces.»
Empecemos por las conductas animales básicas ante los estímulos de amenaza o miedo
Para entender que sucede en estos casos de acoso escolar, nos tenemos que remontar a los animales. No creemos que nadie dude que los humanos somos una especie animal más. Tal vez algo más evolucionada. Aunque, al leer noticias como esta, piensamos que evolucionada tal vez sí, pero a peor.
Repasemos como se conducen los animales ante un estímulo de amenaza o de miedo.
Cuando el animal percibe con sus sentidos una señal de amenaza o de miedo, su memoria de especie le dice cómo actuar para preservar su supervivencia.
Si tiene grabado en su memoria que es fuerte para hacer frente a la amenaza, entonces lucha. Si no puede hacerle frente, ‘huye’.
Pero queda una tercera opción. Veámoslo, con un ejemplo. Cuando un conejo, con su visión periférica, percibe a un halcón, no lo ataca (sería absurdo) ni huye (se haría mucho más perceptible). Entonces, se queda quieto, bloqueado, inhibido.
Todos hemos visto un conejo o un perro quedarse ‘parado’ ante los faros del coche.
El bloqueo, la inhibición en los humanos. Los niños que sufren acoso escolar se quedan indefensos.
Las frases siguientes, extraídas del artículo y pronunciadas por niños acosados. ¿Qué son sino ejemplos de puesta en marcha del sistema del bloqueo?
«no encontraba fuerzas para sonreir pero tampoco para suicidarme y lo único que hacía era encerrarme en la habitación y llorar».
quería ser «invisible» porque creía que era la única forma de «vivir en paz».
«odiaba» ir al colegio «porque cada día pensaba que el siguiente me esperaba un infierno y así era».
En otro post veremos cuál es el proceso interno por el que los niñ@s con acoso escolar llegan a una situación extrema. Esperemos que no límite, como podría ser una depresión.
El comprender este proceso nos facilitará imaginar actuaciones para ayudarlos. Dejemos apuntado qué en la mayoría de casos, estos niños, son los que tienen mayor empatia. Mayor capacidad para percibir emociones. También, por esto, quedan más negativamente afectados por las actuaciones agresivas.
El sistema cerebral que mueve a los acosadores también es el de las amenazas o del miedo
Ahora veamos qué pasa con los animales humanos involucionados que provocan estas situaciones.
Volvamos atrás. Los animales ‘luchan’ para defenderse de las amenazas. Principalmente para defender su territorio, su ámbito de supervivencia. Tener en cuenta, pero, que cuando el león ataca a una gacela o lucha con otro león para hacerse con el dominio de la manada, su motivación no está relacionada con el sistema del miedo o de las amenazas. Estas conductas tienen que ver con el sistema cerebral de recompensa que favorece la supervivencia a través del placer (básicamente, alimentarse y reproducirse).
Entonces, el acosador es un ejemplo de empleo del sistema de la ‘lucha’ para ampliar su territorio a costa de los más débiles. Tal vez, con una motivación (esperemos que no consciente) de recompensa placentera esperada. Tal vez, para manifestarse como ‘macho’ dominante ante su ‘manada’, poniendo de manifiesto su propia inmadurez e inseguridad. Su propio miedo.
En los animales, las conductas anteriores son guiadas por la memoria de especie. Pero el humano puede influir, más o menos, en su conducta con su corteza prefrontal, dirigiendo la atención y el pensamiento y regulando sus sistemas más primitivos.
Así pues, podemos esperar un menor desarrollo prefrontal en los acosadores. Y como la corteza prefrontal alberga las capacidades cognitivas más importantes, es lógico pensar que pocas veces (excepto cuando haya una motivación sádica) sean los más inteligentes. En cuanto al coeficiente IQ, naturalmente.
Podemos reeducar el acoso en la escuela desarrollando la inteligencia emocional (EQ), la empatía. Con ella desactivamos el miedo … !del acosador!
¿Qué podemos hacer para facilitar la desactivación de los acosadores?
Desde el principio, quieremos pensar en otros caminos distintos del castigo. Lo consideramos contraproducente. Entonces ya tienen una justificació, algo contra lo que luchar. Tampoco el desarrollar su inteligencia cognitiva (IQ) parece el camino.
Estamos convencidos que la vía pasa por trabajar la inteligencia emocional (EQ). Concretamente, desarrollar la empatía. Se trata de que tomen una vívida consciencia de que sus resultados emocionales son infinitamente mejores ayudando a los acosados que con cualquier actuación en contra de ellos. Con tomar ‘vívida conciencia’ nos referimos a que lleguen a sentirlo.
No somos educadores y no imaginamos exactamente como llevarlo a la práctica. Tampoco es objeto de este post. Pero pensamos muy seriamente que este es el camino. Veamos porque.
La empatia y los comportamientos de colaboración, liberan oxitocina en las neuronas intercaladas de GABA (moduladoras) de amígdala. Así se calma el sistema de las amenazas o del miedo que impulsa tanto la lucha como a la huida. Llevar al ‘acosador’ a experimentar este ‘placer de tranquilidad’ es mucho más efectivo que castigarles estimulándoles el sistema de ataque.